En el mundo astronave de Tir'quessil, el aire dentro del santuario del Vidente vibraba como la cuerda de un arco. Luz líquida se derramaba por las runas suspendidas en el aire, girando lentamente alrededor de un monolito de hueso espectral, resonante con los ecos del Sueño Infinito. Allí, entre susurros del más allá, el Vidente Elthiar contemplaba las corrientes del destino con un gesto grave.
—La disonancia crece. —murmuró— Somneft despierta... y el Sueño Infinito grita.
Ante él, tres figuras aguardaban en silencio. Los reflejos verdes de las runas danzaban sobre la armadura de Korlandir, Exarca de los Escorpiones Asesinos, cuyo rostro permanecía oculto bajo el yelmo de mandíbulas entrelazadas. A su lado, la Exarca Yraen de los Espectros Aullantes, sostenía su espada de energía con reverencia ritual. Detrás de ambos en formación impecable, Auran, el Exarca de los Vengadores, aguardaba la palabra de su Vidente.
—Hemos sentido las perturbaciones, señor —dijo Auran con tono controlado—. Pero Somneft es un mundo muerto. ¿Por qué su eco alcanza nuestras almas?
Elthiar cerró los ojos. Los símbolos flotantes se fragmentaron y recombinaron, formando un patrón imposible.
—Porque lo que yace bajo ese mundo respira entre la realidad y la disformidad. Sus pulsos han tocado el Sueño Infinito... como si reclamaran las almas de nuestros ancestros. Si ese artefacto sigue activo, podría desgarrar la frontera entre ambos planos.
Yraen inclinó la cabeza —Entonces lo destruiremos — dijo con la voz distorsionada por el filtro de su máscara.
—O lo traeréis a casa —respondió Elthiar, abriendo los ojos bañados en luz psíquica—. Pero bajo ningún concepto permitiréis que caiga en manos de las razas inferiores. El equilibrio entre los mundos depende de ello.
—Los Escorpiones cazaremos en la oscuridad.— Respondió Korlandir.
—Como siempre. Que Khaine os guíe, hijos de la senda. —Dijo el Vidente con una breve sonrisa en el rostro.
Uno a uno, los guerreros embarcaron en la astronave Lanza del crepúsculo. Su quilla, envuelta en relámpagos lilas, abríó un portal en la Telaraña y su silueta se fundió con la luz psíquica del salto.
Elthiar alzó el bastón de hueso espectral y susurró a los vientos del futuro —Que los dioses nos amparen... porque incluso el sueño de los muertos se está perturbando.